miércoles, 20 de mayo de 2015

Este fin de semana si tendrán que acordarse de Bianchi


Hace un año, en el mismo puerto de Montecarlo que este fin de semana acoge el Gran Premio de Mónaco, Jules Bianchi obraba el milagro de puntuar en la carrera más difícil del año con el peor coche de la parrilla, el Marussia, hoy Manor.
El francés entró noveno en meta, los primeros y únicos puntos de la escudería que nació como Virgin en 2010. Y que supusieron 40 millones de euros al ascender el equipo a la novena plaza en el Mundial de Constructores.
Ese botín permitió a los nuevos dueños de Manor salir del concurso de acreedores al que se vio abocado a final de 2014. Pero de eso poco sabe Bianchi, ingresado en un hospital de Niza donde sigue en coma desde su accidente medio año después de aquella hazaña.
Fue la imagen de 2014, la salida de pista del monoplaza rojo, con poca luz y algo de agua en el asfalto nipón, su brutal choque contra una grúa que extraía el coche de Adrian Sutil justo en el mismo sitio. La fatalidad que sucede a la casualidad.
Bianchi sufrió una lesión axonal difusa, una grave lesión derebral debido a la salvaje deceleración por el impacto a 126 km/h contra una grúa de 6.500 kilos a la que golpeó mayormente con su cabeza.
Respira por sí mismo
El piloto salió del coma artificial poco después, y empezó a respirar por sí mismo, pero continúa ingresado en Niza, a 20 kms del circuito en el que alcanzó su cima como piloto. Rodeado de los suyos y poco más. "A veces se mueve más, otras menos, al lado de su cama a veces nos aprieta la mano, ¿pero es real o un acto reflejo? no lo sabemos. Un accidente así es más duro que la muerte, el sufrimiento es implacable, es una tortura diaria", dice su padre Philipe.
Jules ha contado estos meses apenas con el recuerdo de los pilotos y en especial de Fernando Alonso, que un día sí y otro también le aúpa en las redes sociales con su #ForzaJules. Casi a modo de desafío contra esa querencia que tiene la Fórmula 1 de tapar sus desgracias y sus heridos. La sangre molesta, los caídos en servicio quedan apartados y olvidados. Que pague el seguro.
El equipo, casi en quiebra, siguió adelante exonerado de responsabilidad hacia quien le salvó de la desaparición. Se tatuó el JB17 inciales y número del coche- en el lomo del monoplaza de este año a modo de recuerdo, y esta semana avivan la llama de su hazaña. "Va a ser difícil para todo el mundo" asegura John Booth, su director.
"Ni con Senna pasó nada"
"Pero todos sabemos que mucho es de cara a la galería, que pase lo que pase, a un equipo nunca le acusan de nada, el piloto es el eslabón más débil de la cadena de la F1. Ni con Senna pasó nada", cuenta un expiloto. El riachuelo que cruzaba la pista, las repetidas averías del coche, y la falta de luz, pasaron a un segundo plano en el informe FIA, que dejó a Jules como casi único culpable, para dolor de muchos compañeros.
"Solo sé que muy buenas personas están involucradas ahora para defender los intereses de Jules. Si alguien es responsable algún día, tendrá que pagar, asegura", su padre.

Marca

Una pena lo acontecido a este chico, bien por Fernando

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